Las enfermedades cerebrovasculares son una causa muy frecuente de hospitalización, muerte y discapacidad en nuestro país.
Supone la segunda causa de mortalidad en la población general y un gasto sociosanitario bastante elevado.
Por suerte existen las llamadas unidades de ictus. Los pacientes ingresan en estas unidades en la fase aguda y permanecen en ella entre 48 y 72 horas, controlados en todo momento por un equipo multidisciplinar especializado en la atención al AVC.
Durante estos días los pacientes suelen estar conectados a monitores que evalúan la función cardiaca, respiratoria y la temperatura.
Ni que decir tiene, que estás unidades no se encuentran en todos los hospitales y que no todos los pacientes que sufren un accidente cerebrovascular tienen el privilegio de ser ingresados en ellas.
Conscientes de la falta de recursos en muchos casos para afrontar esta patología y superarla con "éxito", podemos pasar a ver el papel tan importante que tiene la fisioterapia en esta patología y SOBRETODO EN LA FASE AGUDA. Cabe mencionar también que el empleo de fisioterapia en estas unidades es 100% mejorable ya que actualmente se está investigando algo que ya se sabe, y es que la movilización precoz después del ictus mejora los resultados funcionales a largo plazo.
NEUROPLASTICIDAD
Se entiende por plasticidad, la capacidad de cada célula del organismo de organizarse y reorganizarse de nuevo en cada fase de su desarrollo, es decir, permite la germinación de dendritas y axones, formar nuevas sinapsis y efectuar de este modo nuevas conexiones con otras células.
La fisioterapia debe iniciarse lo más pronto posible (dentro de las 24 horas) debido entre otras cosas al aprovechamiento de lo que actualmente se conoce como plasticidad del SNC.
La anatomía de la forma determina la función. La función es una demanda al SNC y representa un estímulo para la creación de nuevas conexiones neuronales, es decir, para modificar la forma anatómica. La forma modificada, a su vez, lleva a una función modificada, y así sucesivamente.
La red neuronal no está formada solamente por un programa genético, sino que, desde que nacemos, interviene de forma muy importante la enorme variedad de funciones cambiantes, que supone una inmensa demanda para nuevas conexiones neuronales.
Inmediatamente después de una lesión neuronal, que supone un trastorno o la destrucción de esta red neuronal, tiene lugar una reorganización. Como ya se sabe, una vez destruidas las neuronas, las células neuronales pierden su metabolismo basal y su metabolismo funcional por lo que no pueden regenerarse.
Aquí entra en juego la capacidad de reorganizarse de las neuronas no dañadas y aquellas que mantienen el metabolismo basal pero han perdido el metabolismo funcional.
Para la germinación de dendritas y axones y la formación de sinapsis han de darse determinadas situaciones:
En primer lugar los llamados factores de crecimiento, presentes en grandes cantidades durante determinados momentos (en el primer año de vida, durante la pubertad, durante la gestación e inmediatamente después de una lesión del SNC).
Los estímulos juegan un papel importante también, la función solicitada supone un estímulo y puede encontrarse en la voluntad de movimiento del paciente o desencadenarse mediante la fisioterapia.
La situación metabólica general, influenciada negativamente por malnutrición, enfermedades como la diabetes, el Parkinson, el Alzheimer, el consumo de nicotina, alcohol o drogas.
Por otro lado también pueden mermar el proceso de reorganización medicamentos como los antibióticos, antihipertensivos, anticonvulsivos, antiespásticos, así como las sustancias con capacidad de disminuir el nivel de vigilia.
Fuente: Experiencias con el concepto Bobath. Bettina Paeth
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